EL MITO DE LOS SACRIFICIOS HUMANOS RITUALES


Hace pocas semanas, se descubría en Madrid un cuerpo humano brutalmente, que presentaba en su piel varios tatuajes "satánicos". Este descubrimiento ha vuelto a actualizar la polémica sobre los supuestos sacrificios humanos en rituales satánicos o esotéricos.

La historia del “cadáver sin nombre” -como inmediatamente lo bautizó la prensa- se inició hacia las 21:30 del pasado miércoles 10 de septiembre, cuando un toxicómano que revolvía en los contenedores de basura de la madrileña calle Gallur, en busca de algún objeto de valor, se topaba de improviso con el cuerpo de un hombre brutalmente mutilado. El cadáver -que en un primer momento el toxicómano confundió con el de un perro- se encontraba envuelto en un plástico, y dentro de una caja de cartón.

Advertida inmediatamente la Brigada de Homicidios, y las autoridades judiciales pertinentes, el cuerpo fue trasladado para su identificación. Sin embargo esto no fue posible, ya que la ausencia de huellas lofoscópicas (huellas digitales y palmares), y de la cabeza, hacía imposible su identificación.

La Brigada Provincial de Homicidios apeló a la colaboración ciudadana facilitando a la prensa fotos de varios tatuajes que presentaba el cadáver, y que suponían la principal pista para identificar el cuerpo. Inmediatamente se relacionaron dichos tatuajes con algún tipo de culto satánico, ya que, según la nota de prensa remitida por homicidios, además de un escorpión, el cadáver presentaba una estrella de 5 puntas rodeada de símbolos mágicos, y el número 666; el número del Diablo según el capítulo 13 del Apocalipsis bíblico.

En la nota informativa que la Policía envió a los medios de prensa, y que casualmente es la nota policial número 6.666 de dicha brigada, se especifica que: “se trata de un varón de raza blanca, moreno y muy velloso, de unos 1´70 de estatura, unos 75 kg. de peso y de una edad que puede oscilar entre los 30 y los 45 años”, que además presentaba dos profundas heridas de arma blanca en el pecho izquierdo del cadáver (ambas mortales según la autopsia), y otras 14 puñaladas muy concentradas en la espalda.

La Brigada de Homicidios pide la colaboración ciudadana, a la que se une ahora P0licia, para pedir a cualquier lector que reconozca los tatuajes que aquí reproducimos, o pueda aportar alguna pista en la investigación, se ponga en contacto con el citada brigada llamando al teléfono 91-532 55 05.

Crímenes rituales; un delito con historia

La práctica de sacrificios humanos con fines mágicos y/o religiosos es tan antigua como la humanidad, aunque no siempre haya sido considerada un delito. Referencias a estas prácticas se encuentran en numerosas culturas. Desde el judaísmo del Antiguo Testamento hasta las ofrendas humanas de los aztecas, pasando por todas las religiones sincréticas de origen africano, los esoteristas y religiosos de todo el mundo han considerado aceptable matar a otras personas en honor de sus respectivos dioses.

En algunos contextos pseudo-religiosos la amputación de miembros va intrínsecamente relacionada con la práctica del homicidio ritual. Fundamentalmente la extracción de los órganos de percepción: ojos, manos, lengua, etc.; así como otros órganos imprescindibles del cuerpo, como el corazón, son prácticas comunes en ritos tan diferentes como la secta Thug hindú (los "estranguladores"), los sacrificios rituales aztecas, o algunos grupos extremistas del satanismo moderno.

Algunos cadáveres descubiertos casualmente en bosques, pueblos o aldeas españolas, han resultado ser fruto de prácticas de fanatismo pseudo-religioso. En estos casos pueden resultar indicios útiles para la investigación, toda pista que permita identificar la supuesta orientación mágica del homicidio. De esta forma en la mayoría de los cultos esotéricos y pseudo-religiosos determinadas fechas, como la noche de Haloween (1 de noviembre), los solsticios y equinocios, etc, tienen una especial importancia ritual. Lo mismo ocurre con las noches de luna nueva, etc. También la hora del homicidio puede suponer una pista, ya que determinadas prácticas de sacrificio ritual -según esas creencias- solo pueden realizarse a horas concretas. La presencia en el cadáver, o en torno a él, de elementos como lazos de colores, cera, botellas de ron, etc., aparentemente sin ninguna relevancia -además de su interés, pueden ser una pista fundamental en la investigación para identificar un posible crimen ritual, e incluso diferenciar el tipo de culto, y por tanto el contexto social de los sospechosos, autores del delito.

Por supuesto, afirmar que a las puertas del siglo XXI todavía existan crímenes rituales en el mundo occidental parece increíble. Pero resulta un hecho probado que nuestras creencias son las que condicionan nuestra conducta moral, y por tanto nuestros actos. Y las creencias fundamentalistas se algunos grupos ideológicos no han variado nada en toda la historia.

Un ejemplo bastante elocuente es el de la Iglesia de los Testigos Cristianos de Jehová. Para un testigo de Jehová, que por definición se proclama cristiano, la sangre es un derecho exclusivo de Dios. Esta actitud absurda está originada en una interpretación literal de dos citas extraídas del Pentateuco del Antiguo Testamento (concretamente del Levítico y Deuteronomio), y para los Testigos de Jehová esa es la palabra literal de Dios que, como toda creencia es admitida como derecho constitucional para todo ciudadano español en el artículo 16 de la Constitución española. Para un Testigo de Jehová, desobedecer la palabra de Dios supone la condena al infierno para toda la eternidad, por lo tanto, ante la disyuntiva de tener que elegir entre una transfusión de sangre o la muerte como mártir (con la consiguiente salvación de su alma), siempre eligirá morir antes que pecar y condenar su alma eternamente. El resultado de esa creencia ha sido la muerte de varias personas en España por no haber aceptado a tiempo una transfusión sanguínea, anteponiendo el derecho a la libertad de creencias al derecho a la vida, y así lo dictaminan dos sentencias condenatorias dictadas en 1997 contra dos familias de Testigos de Jehová cuyos hijos, menores, fallecieron por no recibir una transfusión sanguínea. Se trata de un ejemplo perfecto de anteposición de las creencias al sentido común.

En estos casos el fanatismo religioso, o las creencias radicalizadas pueden suponer un factor victimológico previo a un crimen absurdo.

Un delito que aumenta

Para autoridades del prestigio del criminólogo y Comisario Antonio Viqueira Hinojosa, ya fallecido, los crímenes esotéricos están llamados a ocupar crecientemente el interés de la policía como ocurrió en su día con los crímenes sexuales, que antes eran considerados un tema marginal en la investigación criminal. Para el prestigioso criminólogo el fin del siglo XX acentuará el fanatismo religioso no solo en sus manifestaciones grupales, sino incluso individuales.

Uno de los casos más recientes, brutales y dramáticos acaba de ser llevado a la pantalla por el director de cine español Alex de la Iglesia. El director de "El día de la Bestia", presentaba en el Festival de Cine de San Sebastián hace pocas semanas su última película: "Perdita Durango", la historia del culto "narcosatánico" que lideraba en la ciudad mexicana de Matamoros Adolfo de Jesús Costazgo.

Costazgo, un cubano iniciado por su madre en la Regla de Palo Monte -una sangrienta religión de origen africano-, lideraba un grupo de narcotraficantes en Mexico y USA, que había desarrollado un culto satánico pretendiendo que sus rituales de magia negra protegería a la secta de las balas de la policía...

Cuando la secta "narcosatánica" de Costazgo fue desmantelada por la policía mexicana, y su rancho de Matamoros minuciosamente registrado, se descubrió un gran altar de brujería -presidido por la inevitable Nganga o Caldero ritual del Palo Mayombe-, y hasta catorce cadáveres de seres humanos que habían sido sacrificados durante los brutales rituales satánicos que oficiaba el mismo Costazgo, conocido como "El Padrino" por sus adeptos.

Entre otras lindezas "El Padrino" se había hecho un collar con vértebras humanas, y un alfiler de corbata con la espina dorsal de un joven estudiante tejano de 21 años, sacrificado en uno de los rituales, que ni siquiera Alex de la Iglesia se ha atrevido a reproducir en el cine.

Según a declarado Alex de la Iglesia, a pesar de la dureza de su película, en este caso las declaraciones de los adeptos procesados, o los atestados de los policías que registraron el rancho de Matamoros, supera con mucho su guión cinematográfico.

Y aunque extremo, no es un caso único. Con desafortunada frecuencia las fuerzas policiales de todo el mundo, incluida España, han tenido que enfrentarse ya a dramáticos episodios de homicidio e incluso asesinato, en los que el aparente desencadenante del crimen ha sido una creencia esotérica o religiosa. Por desgracia, los ritos esotéricos, desde la santería al satanismo, con frecuencia utilizan el derramamiento de sangre, generalmente animal, en sus ceremonias. Sin embargo algunos fanáticos han llegado a sustituir la figura del animal del holocausto por un ser humano.

Algunos de esos crímenes rituales o esotéricos han trascendido a los medios de comunicación, siendo catalogados -erróneamente- como "crímenes satánicos", cuando en realidad son justamente todo lo contrario.

Todos recordados en dramático caso del cantante Alvaro Bustos, en Córdoba, que atravesó el corazón de su padre con una estaca de madera porque era un "vampiro"; o el caso de Encarnación Guardia, en Granada, que fue envenenada y empalada, porque estaba "poseída por Satán"; o el caso de Rosa Lima, torturada hasta la muerte por la "Secta de Mazagón" (Huelva), que lideraba una mística curandera y contactada con OVNIs; o el caso de Rosa Fernández, una niña de 11 años a la que su propia madre arrancó los intestinos por la vagina para "sacarle el Demonio"... 





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